“Mi padre me dijo que esta era el iPod de sus tiempos”, asegura Scott Campbell, un adolescente británico de 13 años al que el Magazine de la BBC invitó a probar un walkman durante una semana y le pidió que lo comparara con el iPod.
Estos días se cumplen 30 años desde que la compañía Sony lanzara el primer walkman al mercado, un aparato que revolucionó la forma de entender la música y que los adolescentes de hoy ven como un objeto gigantesco y bastante poco útil.
“Mi padre me dijo que era grande, pero no esperaba que fuera TAN grande”, asegura Campbell en el reportaje. “Tenía el tamaño de un libro pequeño”.
Para el chico, el walkman es un cacharro realmente “voluminoso”, y desde luego, dice, “no es un aparato de bolsillo, salvo que tengas unos bolsillos realmente grandes”.
Durante el reportaje, el chico relata el asombro de sus amigos al verle pasear con semejante armatoste y la reacción de un profesor que, al verlo, “se puso nostálgico”.
Sorpresa tras sorpresa
“Me llevó tres días descubrir que había otra cara de la cinta”, asegura Campbell. También improvisó una tecla de “reproducción aleatoria” dejando pulsado el botón de rebobinado y soltándolo al azar, según explica.
Otros inconvenientes que descubre el muchacho al investigar el viejo walkman son la calidad del sonido, la duración de las baterías (se acaban en apenas tres horas de uso continuo) y la pesadez que supone cambiar constantemente de cinta, en la que no caben más de doce canciones (frente a la gran capacidad del MP3).
Eso sí, después de la prueba Campbell aún encuentra algún aspecto en el que gana el walkman frente al iPod: su modelo tiene dos entradas para auriculares, lo que supone que puede compartir su música con algún compañero. Y eso es algo que la última tecnología sólo permite si te compras un adaptador.